Para discutir sobre un asunto cualquiera, necesariamente hay que tener presente un par de cosas:
Primero, el respeto por las ideas de los demás. Debe escucharse al otro con la misma concentración con que queremos ser escuchados cuando damos nuestro punto de vista personal.
Segundo, hay que estar dispuesto a ser convencido por el otro. Pues si ambas partes creen que tienen la verdad absoluta, de nada sirve la discusión. Si no estamos abiertos a aceptar las ideas de quienes piensan distinto a nosotros, discutir se vuelve un desgaste y una pérdida de tiempo.
La discusión razonada jamás puede confundirse con el adoctrinamiento. A los animales domésticos se les puede domesticar, pero a las personas se les debe tratar con razones, por respeto a su naturaleza.
Finalmente, recomendaría que al final de cada discusión los interesados busquen separadamente o en conjunto las respuestas a las dudas concretas que surgieron durante la conversación y que quedaron pendientes de aclaración.
Primero, el respeto por las ideas de los demás. Debe escucharse al otro con la misma concentración con que queremos ser escuchados cuando damos nuestro punto de vista personal.
Segundo, hay que estar dispuesto a ser convencido por el otro. Pues si ambas partes creen que tienen la verdad absoluta, de nada sirve la discusión. Si no estamos abiertos a aceptar las ideas de quienes piensan distinto a nosotros, discutir se vuelve un desgaste y una pérdida de tiempo.
La discusión razonada jamás puede confundirse con el adoctrinamiento. A los animales domésticos se les puede domesticar, pero a las personas se les debe tratar con razones, por respeto a su naturaleza.
Finalmente, recomendaría que al final de cada discusión los interesados busquen separadamente o en conjunto las respuestas a las dudas concretas que surgieron durante la conversación y que quedaron pendientes de aclaración.