En alguna oportunidad me tocó compartir con el escritor colombiano Gustavo Bolívar. Él había llevado adelante una serie de entrevistas a personas que, habiendo tratado de suicidarse saltando de un edificio, se habían sin embargo salvado...
Lo interesantísimo de la investigación era que todos los suicidas coincidían en algo: mientras iban cayendo se habían arrepentido de saltar. De una u otra forma habían logrado concluir en esos segundos que sus problemas no eran tan graves como creían antes de saltar al vacío.
Por cierto que muchas personas cometen suicidio por padecer una enfermedad mental gravísima (como la depresión endógena), pero también hay quienes creen, sin estar realmente enfermos, que ello solucionará todo. La lección de esas experiencias es que no es así. Si no es una enfermedad honda la que te afecta, está en tus manos buscar la forma de solucionar los problemas que te aquejan.
Lo interesantísimo de la investigación era que todos los suicidas coincidían en algo: mientras iban cayendo se habían arrepentido de saltar. De una u otra forma habían logrado concluir en esos segundos que sus problemas no eran tan graves como creían antes de saltar al vacío.
Por cierto que muchas personas cometen suicidio por padecer una enfermedad mental gravísima (como la depresión endógena), pero también hay quienes creen, sin estar realmente enfermos, que ello solucionará todo. La lección de esas experiencias es que no es así. Si no es una enfermedad honda la que te afecta, está en tus manos buscar la forma de solucionar los problemas que te aquejan.