Ay razón humana, qué débil que eres.
Te tambaleas, te sacudes y tiemblas ante la seducción de flojos caprichos.
Sin sabor ni sustento.
Moribundos intentos de placer, fugaces en el tiempo,
En oposición a la eternidad de la cual parecer provenir.
¡Tú! Tú, razón. Sola en este mundo,
Desamparada entre animales tontos, brutos, toscos...
¡Tú! Tú, razón. Que pareces no haber elegido venir a este sitio.
Obligada, arrastrada a la vida, en un cuerpo difícil de gobernar.
Y tiemblas razón, y te tambaleas y te sacudes hasta la duda.
Dudas de todo, porque la explicación de la realidad te excede.
Triste, triste razón. Lamentablemente pareces abandonada.
Y sacudiéndote tiemblas y te tambaleas, porque no encuentras respuesta.
¡Y dudas de que exista una!
Pero da la impresión de que debes seguir existiendo.
Tú, razón, que pareces el reflejo de algo superior, de algo capaz de explicarte todo tranquilamente.
Esperemos que ese algo no se haya olvidado de ti,
Abandonándose en su perfección...
Te tambaleas, te sacudes y tiemblas ante la seducción de flojos caprichos.
Sin sabor ni sustento.
Moribundos intentos de placer, fugaces en el tiempo,
En oposición a la eternidad de la cual parecer provenir.
¡Tú! Tú, razón. Sola en este mundo,
Desamparada entre animales tontos, brutos, toscos...
¡Tú! Tú, razón. Que pareces no haber elegido venir a este sitio.
Obligada, arrastrada a la vida, en un cuerpo difícil de gobernar.
Y tiemblas razón, y te tambaleas y te sacudes hasta la duda.
Dudas de todo, porque la explicación de la realidad te excede.
Triste, triste razón. Lamentablemente pareces abandonada.
Y sacudiéndote tiemblas y te tambaleas, porque no encuentras respuesta.
¡Y dudas de que exista una!
Pero da la impresión de que debes seguir existiendo.
Tú, razón, que pareces el reflejo de algo superior, de algo capaz de explicarte todo tranquilamente.
Esperemos que ese algo no se haya olvidado de ti,
Abandonándose en su perfección...