Presentación

"Scuola di Atene" - Raffaello Sanzio


FILOSOFÍA DESDE EL FIN DEL MUNDO
por
Álvaro Awad Sirhan

El presente sitio contiene una selección de ideas y opiniones de su autor. Estas se expresan en textos breves y directos —literarios y no literarios— en el marco de una reflexión filosófica para el siglo XXI.

sábado, 5 de marzo de 2016

El drama del aborto

Hay pocos asuntos tan dramáticos en la vida de una persona como un embarazo no deseado. Esa expectativa de traer un ser humano al mundo, con todas las responsabilidades que ello conlleva.

Las cosas se complican aún más si el hijo viene con alguna enfermedad grave, si la madre ha sido violada, entre otros casos.

Y desde ya debo decir que es imposible para un hombre el saber exactamente el proceso que vive una mujer embarazada. En tal sentido, me haría más sentido si una mujer compartiera la argumentación que aquí presento.

Cuando surgió el movimiento a favor del aborto no existía aún la tecnología para que los padres pudieran ver a su hijo no nacido mediante una ecografía. Se pensaba en el feto como un montón de tejidos que en ningún caso permitiría reconocer a un ser humano. Asimismo, el movimiento feminista original consideraba que el aborto sólo sería utilizado como un último recurso y en forma excepcionalísima. En ningún caso como un procedimiento de regular aplicación. Sin embargo, en las últimas décadas se han practicado cientos de millones de abortos en el mundo.

Algunas de las más feroces defensoras del aborto de mediados del siglo XX declaran estar espantadas al ver de qué modo se utiliza en la actualidad: como una solución conveniente para todos aquellos que rodean a la mujer. "Hagamos como si nunca hubiese estado embarazada. A quién le importará". Por lo mismo se presiona a la mujer para que aborte, para que use la "salida fácil", en vez de considerar la maternidad o dar al hijo en adopción. La mujer que decide continuar su embarazo y tener a su hijo se ve como obstinada e irracional. Y claro, es fácil obviar la existencia de ese feto que aún no tiene nombre siquiera.

Como dice una destacada líder feminista: el asunto se presenta hoy como una guerra entre la madre y su hijo. Como si el hijo viniera a destruir la vida de la madre. Eso no puede ser cierto. Hay algo muy enfermo en un ambiente en que las madres prefieren matar a su descendencia en vez de traerla al mundo.

El conocido cirujano Richard Selzer estuvo a favor del aborto, hasta que vio uno. Le preguntó a otro doctor si podía estar presente en un procedimiento para saber exactamente de qué se trataba. Así, le tocó asistir al caso de una paciente de 19 semanas de embarazo (un aborto particularmente tardío). El médico insertó una jeringa en el abdomen de la mujer e inyectó en su vientre una solución de prostaglandinas, lo que provoca contracciones y un aborto involuntario. El Dr. Selzer quedó traumatizado al ver con sus propios ojos cómo el feto luchaba por sobrevivir, hasta que no pudo más.

Este método ha dejado de utilizarse pues frecuentemente el bebé sobrevivía, químicamente quemado y desfigurado. Métodos más modernos, como los "abortos de nacimiento parcial" y el "aborto por desmembramiento" garantizan "de mejor forma" la muerte del feto.

Ese es el nivel de inhumanidad al que puede llegarse por una apreciación equivocada de esta delicada materia, en que estamos hablando de la vida humana y su inicio.

Nadie puede discutir que el derecho de todo ser humano a vivir es el más elemental, pues sobre la base de la vida se construye todo lo demás.

Por lo mismo, lo primero es que una sociedad concuerde desde cuándo existe la vida humana. Sólo entonces el Estado (que no es otra cosa que la sociedad políticamente organizada) puede proteger moral y jurídicamente a sus miembros. Este punto (la definición del inicio de la vida humana) es el que suele olvidarse cuando la gente está ciegamente a favor del aborto. Pero es inevitable. Las sociedades deben dirimir el inicio de ese respeto que tenemos por la vida. Ese es el mismo respeto que justifica el que castiguemos al homicida, en lo que parece haber acuerdo universal.

En el caso de la mujer violada, no hay discusión en que el padre del feto es un criminal. Pero, ¿qué culpa tiene el feto? ¿Acaso deja de ser hijo de esa madre violentada? Naturalmente que si esa madre abortara podría excusarse su conducta sobre la base de una causal de exculpación (la sociedad puede entender su actuar y omitir la pena de los involucrados), pero de ello no se sigue que deba permitirse el aborto sin limitación.

Asimismo, no importa que un ser humano sea más pequeño que otro, o más dependiente que otro, o que su cuidado sea realmente problemático en comparación al de otro, o que tenga más sensibilidad que otro. Si es un ser humano, su vida vale. Cualquier consideración contraria llevaría a que aceptáramos el homicidio de varios miembros actuales de la sociedad que son más pequeños, más dependientes, que requieren cuidados onerosos o que han perdido su sensibilidad.

Algunos (incluyendo destacados intelectuales, como Humberto Maturana) han querido afirmar -desde una filosofía "existencialista"- que no se es persona si no se es "querido" en el mundo... Pero eso resulta francamente inaceptable. ¿Acaso si nos dejaran de querer dejaríamos de ser personas? ¿Podríamos ser asesinados sin mayor sanción?

Y entonces, ¿desde cuándo entendemos que hay vida? Ésta es sin duda una pregunta que debe ser respondida por la ciencia y la medicina (en ningún caso por una religión). Y la ciencia nos dice con seguridad que cuando se unen los gametos de un hombre y una mujer esa nueva célula tiene la información genética de un nuevo individuo. Está vivo y creciendo, y tiene ADN humano propio. Yo no soy un experto en el tema, pero me parece evidente que cualquier indicación posterior sobre el momento en que la vida se inicia es arbitraria si va contra la ciencia médica. Y si es dudoso, entonces mejor aferrarse a un momento más conservador precisamente por ser un asunto tan sensible como el inicio de la vida.

Aunque claro, ésta es sólo una dimensión del problema. ¿Qué pasa con la madre? ¿Quién la asistirá en el cuidado que un hijo demanda? ¿Podrá al menos dar a ese hijo en adopción?

Si estamos ante una vida humana inocente, esa vida vale más que las complicaciones que pueda llevar ese embarazo, por muy terrible que sea para la madre y sus seres cercanos. Y por lo mismo hace sentido que el Estado, entre cuyas labores se cuenta el velar por la vida de sus integrantes, también pueda participar en el apoyo a estas madres, ya sea con ayuda directa para sacar adelante esa maternidad o gestionando los servicios de adopción.