"Cuando niño tenía una convicción y sensación de seguridad tan plena, una creencia en Dios tan tranquila e imperturbable, un verdadero regocijo.
Luego conocí la crueldad del mundo, y desde entonces reinó la intranquilidad. Hoy tiendo a pensar que ese regocijo, hoy tan anhelado, no fue sino una ilusión de la niñez".
Luego conocí la crueldad del mundo, y desde entonces reinó la intranquilidad. Hoy tiendo a pensar que ese regocijo, hoy tan anhelado, no fue sino una ilusión de la niñez".