Las personas suelen vivir en una especie de vuelta permanente hacia las mismas emociones de su niñez y adolescencia. Es un retorno hacia sus mismas alegrías y frustraciones, las que se determinan por lugares, personas y objetos.
Para salir de ese ciclo es necesario cambiar de lugares o de personas o de objetos. Y entonces la sensación es otra: extrañeza, nostalgia por esas emociones previas.
La virtud del cambio es que se pueden coleccionar cosas buenas de cada lugar, cada persona y cada cosa. Eventualmente se hacen las paces con un destino lineal y no cíclico.
Para salir de ese ciclo es necesario cambiar de lugares o de personas o de objetos. Y entonces la sensación es otra: extrañeza, nostalgia por esas emociones previas.
La virtud del cambio es que se pueden coleccionar cosas buenas de cada lugar, cada persona y cada cosa. Eventualmente se hacen las paces con un destino lineal y no cíclico.