Las personas con fortunas estratosféricas son objetivamente un peligro para las sociedades: pueden comprar decisiones que vayan en contra del bien común para su beneficio personal. Y por lo mismo hay que limitar esta posibilidad con todos los medios que la sociedad tenga a su disposición.
Si seguimos una teoría contractualista, es evidente que ningún miembro de la sociedad aceptaría la posibilidad de que unos pocos multimillonarios estén por sobre las instituciones públicas como parte del contrato social.
Si seguimos una teoría contractualista, es evidente que ningún miembro de la sociedad aceptaría la posibilidad de que unos pocos multimillonarios estén por sobre las instituciones públicas como parte del contrato social.