Las mejores reflexiones religiosas comienzan con una idea sencilla: reconocerse a uno mismo como un ser pensante*.
Enseguida, reconocer que uno no se creó a sí mismo ni mucho menos al universo que lo rodea.
El punto de partida es, entonces, una creación inexplicable.
*Tal como hizo Descartes.
Enseguida, reconocer que uno no se creó a sí mismo ni mucho menos al universo que lo rodea.
El punto de partida es, entonces, una creación inexplicable.
*Tal como hizo Descartes.