Un hombre llega perturbado, pero solemnemente, ante un crucifijo colgado en altura.
Frente a él exclama:
“¡¿En verdad nos creaste racionales?! ¿Es cierto que ha sido así? ¿Nos creaste para parecernos a ti en este mundo, y caminar por el buen camino hasta unirnos tras la muerte? ¡¿Es eso así……?! ¿O acaso son puras mentiras?
¿Puede la creación de un ser supremo e inteligente consistir en esto: un deber de comportarse bien bajo la amenaza de ir a un infierno o ser infeliz? ¿Puede fundarse la existencia humana en el conocimiento por fe?
¿Es todo un gran fiasco, una ilusión, palabras vacías y sentires artificiosos……? Si es así, entonces esta misma conversación es absurda, y lo mismo la recepción de quienes la leen o escuchan.”.
“¡¿En verdad nos creaste racionales?! ¿Es cierto que ha sido así? ¿Nos creaste para parecernos a ti en este mundo, y caminar por el buen camino hasta unirnos tras la muerte? ¡¿Es eso así……?! ¿O acaso son puras mentiras?
¿Puede la creación de un ser supremo e inteligente consistir en esto: un deber de comportarse bien bajo la amenaza de ir a un infierno o ser infeliz? ¿Puede fundarse la existencia humana en el conocimiento por fe?
¿Es todo un gran fiasco, una ilusión, palabras vacías y sentires artificiosos……? Si es así, entonces esta misma conversación es absurda, y lo mismo la recepción de quienes la leen o escuchan.”.