Tresaunas salió a caminar.
Tras pasar por una iglesia colapsada de gente, exclamó: “El fin del cristiano no debe ser la vida eterna como un beneficio personal, sino el obrar bien en este mundo. Para los cristianos, la vida en el amor de Cristo es una consecuencia de ese fin. Aquellos cristianos que utilizan el hacer el bien como un medio para lograr su propio bienestar no entienden lo que significan sus creencias, sino que caen en el más frío utilitarismo".
Einstein lo escuchó y agregó: “Si la gente es buena sólo porque temen al castigo y porque esperan una recompensa, entonces verdaderamente somos un grupo lastimoso".
Séneca advirtió bien que: "La recompensa de la acción virtuosa es haberla realizado". En otras palabras, "el valor de toda virtud radica en ella misma".
Lo seguía Mariano Aguiló, quien repetía: “No es gran virtud la que se tiene por esperanza o temor; la virtud de más valor es hacer el bien sólo porque es el bien”.
Entonces Tresaunas se acordó del Sermón de la Montaña, cuando Jesús ordena: “Haced bien a los que os aborrecen y orad por los que os persiguen y calumnian. Pues si hacéis bien a los que bien os hacen, ¿qué mérito es el vuestro?”.
“¿Pero qué es hacer el bien?”, se preguntó inquieto Tresaunas.
Tolstói no demoró en contestar: “¿Qué es el bien? No es más que amor”.
Tresaunas gritó: “¡¿Por qué es tan difícil llevarlo a cabo entonces?!”.
Y el mismísimo Dante recitó: "El alma para amar ha sido creada, mas se complace en cosas pasajeras, cuando por los placeres es llamada".
Tras pasar por una iglesia colapsada de gente, exclamó: “El fin del cristiano no debe ser la vida eterna como un beneficio personal, sino el obrar bien en este mundo. Para los cristianos, la vida en el amor de Cristo es una consecuencia de ese fin. Aquellos cristianos que utilizan el hacer el bien como un medio para lograr su propio bienestar no entienden lo que significan sus creencias, sino que caen en el más frío utilitarismo".
Einstein lo escuchó y agregó: “Si la gente es buena sólo porque temen al castigo y porque esperan una recompensa, entonces verdaderamente somos un grupo lastimoso".
Séneca advirtió bien que: "La recompensa de la acción virtuosa es haberla realizado". En otras palabras, "el valor de toda virtud radica en ella misma".
Lo seguía Mariano Aguiló, quien repetía: “No es gran virtud la que se tiene por esperanza o temor; la virtud de más valor es hacer el bien sólo porque es el bien”.
Entonces Tresaunas se acordó del Sermón de la Montaña, cuando Jesús ordena: “Haced bien a los que os aborrecen y orad por los que os persiguen y calumnian. Pues si hacéis bien a los que bien os hacen, ¿qué mérito es el vuestro?”.
“¿Pero qué es hacer el bien?”, se preguntó inquieto Tresaunas.
Tolstói no demoró en contestar: “¿Qué es el bien? No es más que amor”.
Tresaunas gritó: “¡¿Por qué es tan difícil llevarlo a cabo entonces?!”.
Y el mismísimo Dante recitó: "El alma para amar ha sido creada, mas se complace en cosas pasajeras, cuando por los placeres es llamada".