Roadán se despertó y reflexionó: “Con mi experiencia personal he podido observar que la religión es un gran pilar en la vida de las personas que han pasado por momentos difíciles, como la separación de sus padres, la muerte de un familiar cercano, etc.
Estas consideraciones me hacen dudar al momento de querer refutar sus bases, pues podría dañar a quienes la consideran lo más fundamental. Quiero ser cuidadoso en esta materia. Entonces, ¿qué hacer? ¿Nos quedamos callados o ponemos a prueba de todas formas la verdad de la religión?”.
Tresaunas, que era un hombre profundamente religioso, escuchó el pensamiento de Roadán, tras lo cual pensó para así: “La fe no puede refutarse, pues se mueve en un plano distinto al de la certeza. Por lo tanto, lo que debe hacer el buen filósofo es darle a la religión el lugar que le corresponde”.
Tresaunas, que era un hombre profundamente religioso, escuchó el pensamiento de Roadán, tras lo cual pensó para así: “La fe no puede refutarse, pues se mueve en un plano distinto al de la certeza. Por lo tanto, lo que debe hacer el buen filósofo es darle a la religión el lugar que le corresponde”.