“Esparcidas por todo el mundo hay billones de personas de diversas culturas que creen en la divinidad, adhiriendo a distintas religiones.
A todas ellas quisiera hacerles presente lo siguiente:
Por una u otra razón ustedes han llegado a tener determinadas creencias. Lo más probable es que hayan nacido en el seno de una familia en que se practique tradicionalmente dicha religión, aunque también es posible que durante su vida hayan conocido a alguien que les presentó una determinada visión de mundo.
Confiando en su razonabilidad, me gustaría hacerles pensar en el hecho (que todos podemos comprobar) de que existen muchísimas personas que adhieren a creencias distintas a las suyas. Créanme, pues, que entre ellas hay personas tan razonables y buenas como ustedes, y que han llegado a creer por las mismas razones que ustedes.
Asimismo, existen muchas personas que no tienen ninguna creencia religiosa, sea porque no les tocó nacer en una familia que practicase un culto o bien porque en el transcurso de su vida se han ido convenciendo de que no es lo correcto adherir a una creencia determinada. Estas personas también tienen razones para no creer (y es que sencillamente las hay), por lo que su situación es perfectamente comprensible. Que no sigan una religión no los vuelve personas irrazonables ni de mala voluntad.
Teniendo claro lo anterior, los invito a analizar lo más razonablemente que puedan sus propias creencias, para ver hasta qué punto éstas pueden ser compartidas al resto, mediante un diálogo razonable y tolerante”.
Por una u otra razón ustedes han llegado a tener determinadas creencias. Lo más probable es que hayan nacido en el seno de una familia en que se practique tradicionalmente dicha religión, aunque también es posible que durante su vida hayan conocido a alguien que les presentó una determinada visión de mundo.
Confiando en su razonabilidad, me gustaría hacerles pensar en el hecho (que todos podemos comprobar) de que existen muchísimas personas que adhieren a creencias distintas a las suyas. Créanme, pues, que entre ellas hay personas tan razonables y buenas como ustedes, y que han llegado a creer por las mismas razones que ustedes.
Asimismo, existen muchas personas que no tienen ninguna creencia religiosa, sea porque no les tocó nacer en una familia que practicase un culto o bien porque en el transcurso de su vida se han ido convenciendo de que no es lo correcto adherir a una creencia determinada. Estas personas también tienen razones para no creer (y es que sencillamente las hay), por lo que su situación es perfectamente comprensible. Que no sigan una religión no los vuelve personas irrazonables ni de mala voluntad.
Teniendo claro lo anterior, los invito a analizar lo más razonablemente que puedan sus propias creencias, para ver hasta qué punto éstas pueden ser compartidas al resto, mediante un diálogo razonable y tolerante”.