El darse por entero a los demás aparece como el acto más razonable, porque intuimos la imagen de un mundo perfecto en que todos se sacrificarían por todos.
Sacrificarse consiste en posponer (a veces incluso aniquilar) el propio interés por el bien de otro. Este sacrificio se ve reflejado muy bien en el amor de un padre o madre hacia sus hijos. Ese amor incondicional que se multiplica con cada nacimiento. Y lo mismo en los verdaderos amigos.
¡Qué lejos estamos de ese mundo perfecto!
¡Qué interesante es ver cómo nuestra propia naturaleza nos hace avanzar y retroceder en ese camino!
Se trata de la contradicción profunda del ser humano para sí mismo o para el otro.
Sacrificarse consiste en posponer (a veces incluso aniquilar) el propio interés por el bien de otro. Este sacrificio se ve reflejado muy bien en el amor de un padre o madre hacia sus hijos. Ese amor incondicional que se multiplica con cada nacimiento. Y lo mismo en los verdaderos amigos.
¡Qué lejos estamos de ese mundo perfecto!
¡Qué interesante es ver cómo nuestra propia naturaleza nos hace avanzar y retroceder en ese camino!
Se trata de la contradicción profunda del ser humano para sí mismo o para el otro.