Para los católicos, Dios se hizo hombre hace más de 2.000 años.
En este período han pasado muchísimas cosas con respecto a la religión, entre las que se cuentan algunas muy negativas, incluyendo su uso como una herramienta de dominación.
Si Dios se hubiere hecho hombre en Jesús de Nazaret, la verdad es que es muy difícil (sino imposible) que sepamos si la Iglesia actual efectivamente ha recibido por mandato divino la labor que dice tener.
Lo más relevante es vivir de acuerdo a los valores que se indican en el mensaje cristiano, más allá de que este mensaje sea cierto o no como lo podemos conocer hoy en día. Ello es así pues dichos valores coinciden con la bondad de los más puros de corazón: esas virtudes racionales que podemos concebir como seres humanos.
Vivir de acuerdo a estas virtudes no es sencillo. Requiere esfuerzo. Por ello es que virtud viene de vir, en referencia a la fuerza viril.
Por lo demás, si toda persona viviese conforme a esos valores (resumidos en el amor -preocupación- hacia el otro) el mundo sería un lugar glorioso y lleno de alegría.
El problema empieza cuando esta intención no basta para convencer a todos. Ahí es que entran en juego ciertas herramientas delicadas, como el uso de la fuerza pública en orden al bien común. Y son problemáticas pues, en consideración a nuestra propia humanidad, las consecuencias de un abuso de dicha potestad social son nefastas.
Si Dios se hubiere hecho hombre en Jesús de Nazaret, la verdad es que es muy difícil (sino imposible) que sepamos si la Iglesia actual efectivamente ha recibido por mandato divino la labor que dice tener.
Lo más relevante es vivir de acuerdo a los valores que se indican en el mensaje cristiano, más allá de que este mensaje sea cierto o no como lo podemos conocer hoy en día. Ello es así pues dichos valores coinciden con la bondad de los más puros de corazón: esas virtudes racionales que podemos concebir como seres humanos.
Vivir de acuerdo a estas virtudes no es sencillo. Requiere esfuerzo. Por ello es que virtud viene de vir, en referencia a la fuerza viril.
Por lo demás, si toda persona viviese conforme a esos valores (resumidos en el amor -preocupación- hacia el otro) el mundo sería un lugar glorioso y lleno de alegría.
El problema empieza cuando esta intención no basta para convencer a todos. Ahí es que entran en juego ciertas herramientas delicadas, como el uso de la fuerza pública en orden al bien común. Y son problemáticas pues, en consideración a nuestra propia humanidad, las consecuencias de un abuso de dicha potestad social son nefastas.