Presentación

"Scuola di Atene" - Raffaello Sanzio


FILOSOFÍA DESDE EL FIN DEL MUNDO
por
Álvaro Awad Sirhan

El presente sitio contiene una selección de ideas y opiniones de su autor. Estas se expresan en textos breves y directos —literarios y no literarios— en el marco de una reflexión filosófica para el siglo XXI.

jueves, 31 de marzo de 2011

“La Ciencia” como religión

Hay quienes tratan de imponer "la Ciencia" al igual que quien impone una religión, como si olvidaran que al inicio de su análisis hay seres humanos, analizando fenómenos (experimentables una y otra vez, si bien jamás exactamente en las mismas condiciones, sí en condiciones muy similares) dentro de los límites de los factores que les otorgan validez objetiva, únicamente para nuestra especie.

Por lo demás, es interesante ver cómo es que, cada vez con mayor frecuencia, quienes hacen de “la Ciencia” su religión acuden al argumento de autoridad. Y si les reprochas eso, te responden que “la Ciencia” es distinta, ya que cualquiera puede hacer la experimentación que permitió llegar a una determinada conclusión. En la práctica no es cierto que cualquiera pueda realizar dicha experimentación. Las verdades científicas sólo se revelan directamente a unos pocos privilegiados que cuentan con el equipamiento necesario para ello (los demás creen por fe, de forma bastante similar a como se cree en una religión).

Por lo tanto, si bien se puede confiar en lo que se lee en una revista de ciencia (por haber científicos discutiendo los resultados entre sí) no debe olvidarse que hasta cierto punto ello es similar a confiar en lo que se lee en cualquier parte (e igualmente manejable).

Por lo demás, hay una confianza originaria en que existen verdades matemáticas que pueden ser descubiertas. Pero como dice Lennox: si nuestro propio cerebro humano es producto del azar -sin que haya un orden establecido- ¿cómo podemos confiar en sus descubrimientos? En efecto, nuestra capacidad matemática es fruto de la evolución, y como tal una proyección de nuestra estructura cerebral: el orden que creemos percibir está, en realidad, en nuestra cabeza.

Como dijo C.S. Lewis, los hombres se hicieron científicos porque esperaban que existieran leyes en la naturaleza, y a su turno esperaban estas leyes porque creían en un legislador universal.