Cuando el Cristianismo apareció en los inicios de nuestra "era común", el paganismo empezó a desbaratarse tras largos milenios de preeminencia.
Así, en el Imperio Romano el paganismo fue sustituido por la religión de los cristianos (primero perseguidos, luego aclamados). Ello obedeció en gran medida al oportunismo político, pero también fue un paso relevante en la búsqueda de la verdad espiritual.
Hoy, a primera vista, parece razonable que si la ciencia moderna por sí sola logra explicar la realidad y sus verdades mejor que el Cristianismo, entonces éste, junto a las otras religiones actualmente extendidas por el planeta, debiesen ceder ante la primera, así como los paganos cedieron ante la nueva religión más conforme con la verdad en su momento.
Con todo, la ciencia moderna no puede explicar el significado del mundo (suponiendo que existe tal cosa). Como dijo Wittgenstein, las leyes de la naturaleza —estudiadas por la ciencia— describen el universo y sus regularidades. Pero no explican nada.
En consecuencia, la ciencia queda corta al momento de compararse con las respuestas que otorgan las religiones. Quizás en base al conocimiento científico moderno podemos encontrar las condiciones para entender de mejor forma aquella parte divina (suprahumana) que podría responder las interrogantes más fundamentales del universo.
Así, en el Imperio Romano el paganismo fue sustituido por la religión de los cristianos (primero perseguidos, luego aclamados). Ello obedeció en gran medida al oportunismo político, pero también fue un paso relevante en la búsqueda de la verdad espiritual.
Hoy, a primera vista, parece razonable que si la ciencia moderna por sí sola logra explicar la realidad y sus verdades mejor que el Cristianismo, entonces éste, junto a las otras religiones actualmente extendidas por el planeta, debiesen ceder ante la primera, así como los paganos cedieron ante la nueva religión más conforme con la verdad en su momento.
Con todo, la ciencia moderna no puede explicar el significado del mundo (suponiendo que existe tal cosa). Como dijo Wittgenstein, las leyes de la naturaleza —estudiadas por la ciencia— describen el universo y sus regularidades. Pero no explican nada.
En consecuencia, la ciencia queda corta al momento de compararse con las respuestas que otorgan las religiones. Quizás en base al conocimiento científico moderno podemos encontrar las condiciones para entender de mejor forma aquella parte divina (suprahumana) que podría responder las interrogantes más fundamentales del universo.