Presentación

"Scuola di Atene" - Raffaello Sanzio


FILOSOFÍA DESDE EL FIN DEL MUNDO
por
Álvaro Awad Sirhan

El presente sitio contiene una selección de ideas y opiniones de su autor. Estas se expresan en textos breves y directos —literarios y no literarios— en el marco de una reflexión filosófica para el siglo XXI.

jueves, 31 de marzo de 2011

Cuestionamientos elementales al Cristianismo

Al Cristianismo en general caben hacerle, al menos, los siguientes cuestionamientos elementales, con la finalidad de que los que queramos creer en él evitemos hacerlo en forma ciega, teniendo que investigar un poco más antes de tratar de imponer lo que me parece es cosa de fe (y por ello no susceptible de ser impuesto):

¿Por qué Dios, si quiso revelarse a la humanidad, no lo hizo de manera más eficiente?

En este sentido, ¿por qué no usó algo mejor que ciertos profetas (todos en una misma nación) y una encarnación en un hombre para dar a conocer un mensaje tan pero tan inmensamente fundamental, dirigido a toda la especie humana? 

¿Por qué usar una forma de comunicación tan oscura como la Biblia? ¿Acaso se olvidó de China, que desde antiguo ha destacado por su inmensa población? Estadísticamente hablando, habría sido bastante más conveniente revelarse en China, en que actualmente hay más de mil cuatrocientos millones de habitantes.

A este respecto, hay una anécdota histórica que siempre me ha llamado la atención. Después de que los mongoles conquistaran China, Kublai Kan (nieto de Gengis Kan) quiso llamar sacerdotes cristianos desde europa (por mediación de Marco Polo). Sin embargo, ¡estos no acudieron! Más tarde Kublai invitó a sacerdotes budistas desde el Tíbet...

Por otra parte, ¿por qué Dios habría permitido que se mezclara la religión con la política y que hubiesen llegado personas tan funestas a dirigir la institución durante siglos?

¿Cómo pueden conciliarse la bondad infinita con la omnipotencia infinita?

Es fácil responder todo lo dicho acudiendo al misterio, pero si se hace eso, entonces que al menos se entienda que debe darse a las personas no cristianas el beneficio de la duda. En otras palabras, debe tenerse claro que si damos esa respuesta no podemos exigir de todos una adherencia ciega a la religión cristiana (y lo mismo corre para las demás religiones).